En los últimos días me está parando bastante gente por la calle quejándose de la actitud que están teniendo últimamamente los sindicatos en nuestro país. Me dicen que las últimas apariciones públicas de los mismos han consistido en una tímida protesta contra el Gobierno de España por la intención de este de alargar la edad de jubilación a los 67 años, y la segunda escena más sonada, y que ha sido para muchos la gota que ha colmado el vaso, ha sido la crítica directa al Tribunal Supremo por parte de los máximos dirigentes de UGT y CCOO, participando ambos en un acto estríctamente político de apoyo al juez Garzón y denostación del juez Varela.
Hay gente que se pregunta: ¿Para qué están los sindicatos? ¿Para luchar por los derechos e intereses de los trabajadores, o para apoyar a un juez al que se le acusa de prevaricación? El ciudadano de a pie no puede entender que no luchen como debieran por los trabajadores que quedan trabajando, ni por los más de 4,6 millones de parados españoles existentes. Llevamos seis años de gobierno socialista y se pueden contar con los dedos de una mano las críticas dirigidas por los dirigentes sindicalistas al Gobierno de Rodríguez Zapatero.
Hay quien incluso afirma que Méndez y Toxo están neutralizados por el Gobierno y que tienen el encargo de anestesiarnos a las masas. A muchos les indigna que en 2009 pagáramos entre todos los españoles con nuestros impuestos un total de 29 millones de euros a los sindicatos tan sólo para formación de los sindicalistas, para que luego se dediquen a cuestiones extralaborales y de apoyo preciso y explícito a los postulados eminéntemente políticos e ideológicos del PSOE.
Muchos se preguntan si esta sería la actitud de los defensores del sindicalismo ante un Gobierno dirigido por el Partido Popular, o por el contrario, con un Gobierno de centro-derecha se encargarían de tomar partido de forma más contestataria contra el Gobierno y de forma poco disimulada.
Yo creo en el papel fundamental que la Constitución les da a los agentes sociales, para quienes da unas funciones importantes para defender y promover los intereses económicos y sociales que les son propios, y, por ello, les animo desde aquí para que cumplan con su cometido. LA COLABORACIÓN DE LOS SINDICATOS SERÁ INDISPENSABE PARA REALIZAR LAS REFORMAS QUE LA ECONOMÍA ESPAÑOLA NECESITA. Por ello les rogamos que no fomenten con sus actuaciones políticas la animadversión de una gran parte de la sociedad española hacia ellos, sino que procuren ejercer la defensa de los derechos e intereses de los trabajadores, al margen de actuaciones y posturas marcadamente partidistas.
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