jueves, 18 de marzo de 2010

La cuadratura del círculo socialista en Cuba


En esta semana de pleno en Estrasburgo el debate que más ha suscitado interés en los medios de comunicación españoles ha sido el de la situación de los presos políticos en Cuba tras la muerte del disidente Orlando Zapata, que ha vuelto a poner en el ojo del huracán la despiadada y cruel forma de gobernar de los hermanos Castro.

El pleno ha
aprobado por una amplísima mayoría una resolución que condena la muerte del disidente, que pide al régimen que libere de forma inmediata e incondicional a los dos centenares de presos políticos que tiene en sus cárceles y que reclama a la Alta Representante de la Política Exterior de la UE, Catherine Ashton, que haga sus deberes y abra de forma inmediata un diálogo con la oposición democrática en la isla, algo que formaba parte del pacto de la UE sobre Cuba pero que todos los que han viajado allí, incluido el ministro español Miguel Angel Moratinos, se han saltado a la torera.

La resolución ha contado con el respaldo de los principales grupos de la Eurocámara, populares y socialistas incluidos. Y quizás eso es lo que más llama la atención en España: que mientras en el Congreso de los Diputados, PP y PSOE tienen dos puntos de vista completamente opuestos sobre cuál debe ser la relación con Cuba; en el Parlamento Europeo sean capaces de ponerse de acuerdo y pactar un texto.

La principal razón de esa diferencia es que el texto aprobado en Estrasburgo aparca el debate sobre si la UE debe o no cambiar su política hacia Cuba, aunque cita expresamente la política actual.
En España, por el contrario, ese cambio o no de la relación con la dictadura castrista es el meollo central del debate. En Estrasburgo, sólo el grupo comunista intentó colar una enmienda apoyando la pretensión de Moratinos de cambiar de política para "normalizar" las relaciones con el régimen. Pero su maniobra no tuvo ningún éxito y ni siquiera fue apoyada por los socialistas españoles. En Europa ha quedado claro que los guiños a los Castro sólo están dispuestos a hacerlos los partidos de la vieja guardia comunista.

La principal fricción en Estrasburgo que estuvo a punto de romper el pacto, como dejo patente el voto de la resolución, se produjo en
el intento de los socialistas españoles para sacar de la resolución el punto que solicitaba a Ashton abrir de inmediato un diálogo con la disidencia. Eso, que como dije antes forma parte de la actual política europea hacia Cuba decidida por los ministros de Exteriores de la UE, ha sido religiosamente incumplido en los últimos años tanto por el ministro español, Miguel Ángel Moratinos, como por todos aquellos dirigentes europeos que han visitado la isla. Nunca ha habido tiempo, ganas o ninguna de las dos cosas, para sentarse a discutir con Oswaldo Payá o las Damas de Blanco u otros representantes de la oposición pacífica y democrática al régimen.

No obstante, los socialistas han renunciado a la maniobra y, al final, no han tenido más remedio que votar a favor de una resolución que como dijo mi compañero
José Ignacio Salafranca busca ante todo unirse al grito de libertad de los cubanos. Me alegro de que hayan preferido unirse a este grito en vez de dar cobertura a la manga ancha que el ministro Moratinos quiere tener con los Castro.

A los que tuvieron la ocasión de ver el debate en directo desde la web del Parlamento Europeo -se puede volver a ver buscando en
la sección EPLive- espero que no se les haya escapado como los eurodiputados socialistas españoles más el Secretario de Estado para la UE, Diego López Garrido, alcanzaron la cuadratura del círculo con tres intervenciones, en mi opinión, contradictorias entre sí. La muestra de que la desgraciada muerte de Orlando Zapata es la prueba del nueve de que la complacencia con el régimen de los Castro tampoco produce ni producirá resultados en la situación de los derechos humanos y las libertades para el pueblo cubano.

López Garrido estuvo cuidadoso porque hablaba en nombre del Consejo de ministros de la UE -ante la "fuga" de Ashton del hemiciclo- y no del Gobierno español. Tan cuidadoso que sólo hasta la última frase de su intervención, en la réplica que cerraba el debate, evitó hablar de presos políticos y siempre los calificó de "conciencia". Luís Yañez, el artífice del acuerdo y que ha sufrido en sus carnes la prohibición de los castro para entrar en Cuba, pidió "reflexión" y aparcar el debate del cambio de la política de la UE hacia Cuba que defiende el ministro Moratinos. María Muñiz, por el contrario, cargó contra esa política y defendió sin matices la necesidad de ese cambio "porque es un obstáculo que bloquea cualquier posibilidad de diálogo político". Seguro que no había escuchado antes a López Garrido decir que el diálogo político que ya existe con Cuba "también extiende su agenda al respeto por los derechos humanos"...
En definitiva, que la orquesta socialista española en Estrasburgo no sonó afinada y dejó al descubierto que bien habían perdido la partitura o bien habían recibido de Madrid partituras diferentes. Menos mal que al final todos votaron en la dirección de la mayoría, porque si algo ha dejado patente el voto de Estrasburgo es que la política de la UE con Cuba no debe buscar hacer favores a los Castro sino a aquellos a quienes están dispuestos a levantarse contra su tiranía de forma pacífica y democrática.

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