miércoles, 1 de septiembre de 2010

El fuero de Navarra

En Navarra ha ocurrido lo que en pocas comunidades autónomas con su Estatuto. En Cataluña, los partidos políticos se pusieron de acuerdo para aprobar su nuevo Estatuto, obviando y aislando al segundo partido de España, el Partido Popular. En Castilla-La Mancha, el PSOE retiró a última hora la propuesta de reforma de su Estatuto con excusas muy poco serias.
En la Comunidad Foral, aunque haya pasado desapercibido, se ha reformado el llamado Amejoramiento del Fuero navarro, que viene a hacer las veces de Estatuto de Autonomía navarro. Son pocas las materias que se pretenden reformar. Entre otras cosas, modificar el lenguaje del texto para que «no sea sexista»; incluir al Defensor del Pueblo navarro (lo que implica aumentar para siempre el gasto fijo y estructural de Navarra); o regular de forma más completa la participación de Navarra en Europa. Esta reforma limitada, reducida a poner algunos «parches», ha servido al menos para dejar al descubierto que algunos han dejado atrás viejas reivindicaciones históricas sobre la posible incorporación de Navarra al País Vasco, que prevé tanto el Amejoramiento como la Disposición Transitoria Cuarta de la Constitución, algo que hasta ahora era la razón de existir de alguna fuerza política, en concreto, de Unión del Pueblo Navarro (UPN). Parece que ahora a este partido ya no le importa que los vascos pudieran anexionar a los navarros, puesto que de lo contrario habría aprovechado para suscitar el debate sobre la modificación o supresión de la citada disposición y, sin embargo, no lo ha hecho.
La reforma ha sido consensuada por los gobiernos de Navarra y de España. En definitiva, sólo se ha pactado por dos partidos: UPN y PSOE. Aunque no sea el Amejoramiento navarro un Estatuto de Autonomía en sentido estricto, sí se puede afirmar que es la segunda vez en la historia constitucional de España, tras el Estatuto catalán, en la que no se cuenta con el Partido Popular para nada, ni tan siquiera para que pueda dar su humilde opinión acerca de la reforma de un texto de gran importancia para Navarra como éste.
La reforma debe ser sometida a la aprobación no sólo en el Parlamento foral de Navarra, sino también en las Cortes Generales. En el Congreso de los Diputados, los precursores de la reforma sólo cuentan con 170 diputados (169 del PSOE y 1 tan sólo de UPN) y no llegan a la mayoría absoluta de 176 votos que se requiere para su aprobación. Entiendo que PSOE y UPN son conscientes de que la reforma del Fuero navarro no va a contar con el apoyo de los nacionalismos vasco o catalán. Resultaría impensable, pues el nacionalismo vasco siempre ha anhelado que el Fuero de los navarros desaparezca.
Hubiera sido deseable por tanto haber contado desde el inicio de este proceso con el mayor consenso posible entre las fuerzas políticas constitucionalistas, como ya se hizo en su firma original en el año 1982 y en su posterior reforma.
UPN y PSOE, por el contrario, han preferido hacer las cosas a hurtadillas, con una actitud que, en mi opinión, roza el sectarismo, y que sólo ha servido para alimentar las críticas de los nacionalistas vascos en Navarra, que siempre han acusado al Fuero de una falta de legitimidad popular y social, porque no se sometió en su día a referéndum en Navarra. Una acusación, por cierto, completamente absurda, pues elección tras elección ha quedado más que demostrada la clara y firme voluntad de la inmensa mayoría de los navarros de considerarse, a través de su Fuero, navarros y españoles.
Alguno podía pensar que el cambio en la presidencia de UPN, cuando Miguel Sanz pasó el testigo a Yolanda Barcina, iba a cambiar las cosas y, sobre todo, su relación con el PP. Un año después, vemos que este partido regionalista sigue igual que antes, empecinado en aislar al PP en Navarra para satisfacer los intereses políticos del PSOE; no sólo en Navarra, sino también en el resto de España, donde UPN se ha convertido, día tras día, en el triste cooperador necesario de la errática política de Zapatero. A pesar de todo, cuando la reforma se someta al voto en las Cortes Generales, el PP actuará con altura de miras, posición constructiva e institucional y obrará por el exclusivo interés de los navarros y del resto de los españoles. Hay 153 diputados y 122 senadores del Partido Popular de toda España, cuyos votos son imprescindibles para cualquier reforma que se pretenda sacar adelante sobre el Fuero de Navarra y eso es así, aunque alguno insista en que no lo quiere ver.
Publicado en La Razón, 31 de agosto de 2010

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